La tercera revolución industrial.
29/06/2009
Jeremy Rifkin, autor de 17 libros sobre las tendencias dominantes en un mundo globalizado y asesor de presidentes, como José Luis Rodríguez Zapatero, aboga por un nuevo modelo económico, que denomina capitalismo descentralizado.
–¿La crisis supone un freno o una oportunidad para su modelo?
–Es un momento sin precedentes. Se dan tres crisis que se alimentan: la económica, la energética y el cambio climático y la agricultura. Es una tormenta perfecta.
–¿Y adónde nos lleva?
–Nos hemos dado cuenta de que estábamos viviendo de los ahorros acumulados durante 50 años. Estoy de acuerdo con quienes dicen que estamos en 1931 y que el año que viene será como 1932. No sé si ya estamos en una tercera revolución, pero sí ante elementos que nos conducen hacia ella.
–Imagino que habrá que cambiar de mentalidad…
–Nos hemos basado en la geopolítica de las naciones-estado, que compiten por la energía y los recursos naturales, que no están en todas partes. Por ello requieren enormes inversiones militares para protegerlos y de capital para gestionarlos. Son modelos centralizados que han creado modelos de negocio centralizados. Hemos de ir hacia la política de la biosfera y pensar como una especie que comparte con otras una misma biosfera.
–Pero eso ha de ser difícil.
–Todas las grandes revoluciones económicas de la historia estuvieron precedidas por evoluciones en la mentalidad y se produjeron también con la convergencia de revoluciones energéticas y en las comunicaciones.
–¿En qué se basa la tercera revolución industrial?
–Tiene cuatro pilares: las energías renovables para generar electricidad; convertir los edificios, los hogares y oficinas, en generadores de energía; buscar formas de almacenarla –el sol no siempre brilla y el viento no siempre sopla– y la convergencia entre las tecnologías de la información descentralizadas y la energía. Así se crea una red con millones de edificios que generan una pequeña parte de la electricidad que se intercambia de punto a punto, como con Youtube. Hablo de crear un capitalismo descentralizado en el que todo el mundo participe. Eso requiere cambios sociales y de mentalidad. Los jóvenes están preparados para ello por la descentralización del conocimiento a través de internet.
–¿Cuáles son los planes del presidente Zapatero en esta materia?
–Zapatero hizo de la energía un eje de su programa. Soy uno de los asesores de ese plan. Me dijo hace siete años que España se había perdido la primera y la segunda revolución industrial y que no iba a perderse la tercera. España es hoy líder en energías renovables. Lo que tiene que hacer ahora es rehacer la industria de las infraestructuras para esa revolución –los edificios, las redes, los transportes–. Así, España, la octava potencia económica, podrá liderar esta revolución. Alemania también está en ello.
–¿Qué papel ha de tener la energía nuclear?
–La industria nuclear se ve como parte de la solución porque no emite CO2. Hoy hay 443 nucleares en el mundo, que son muy viejas y que solo suponen el 5% de la energía mundial. Para que pudiera tener impacto su sustitución deberían ser el 20%. Y para eso habría que construir tres cada mes durante 60 años. No sucederá por sus costes. Y uno de sus mayores problemas: la industria nuclear, que copa el 80% de la electricidad de Francia, requiere el 40% de toda el agua del país. Se emplea para enfriar los reactores y cuando se devuelve está caliente y afecta a los ríos que ya están afectados por el cambio climático. Defenderla es una cuestión política, no económica.
–¿Por qué vuelca sus esfuerzos en Europa?
–En 1992 vi que el sueño europeo estaba más avanzado que el americano y estaba en sintonía con los cambios económicos necesarios: calidad de vida, sostenibilidad, derechos sociales… Es un sueño débil y frágil pero seguro que la generación actual lo potenciará porque es el que proporciona el marco necesario para la revolución que hará cambiar las conciencias. Obama representa un sueño americano con partes del sueño europeo.