‘La solución a los vertederos no admite demora’
25/04/2014
Un artículo de opinión en relación con la gestión de residuos en Las Palmas.
Algo huele mal en Gran Canaria. Lejos de ser una frase hecha, un tópico repetido, es una realidad vergonzante a la que las autoridades deben poner fin cuanto antes. Los malos olores y las plagas de moscas verdes están molestando y contaminando a los miles de vecinos y turistas debido a los vertidos de lodo en el depósito de basuras de Juan Grande, en el municipio de San Bartolomé de Tirajana, y por la misma razón, los residentes en el Cono Sur de Las Palmas de Gran Canaria se han movilizado, hartos ya, del fétido ambiente en el que viven en los alrededores de la depuradora de Barranco Seco.
El malestar está más que justificado. El tratamiento adecuado de la basura generada en la Isla vuelve a ser una demanda apremiante. La gestión de los residuos bordea la legalidad y, lo que es más grave aún, pone en riesgo la salud de miles de personas. Resulta inaceptable que en pleno siglo XXI, en una de las regiones de mayor riqueza natural, se continúen tratando los residuos sólidos urbanos, más o menos, como en el siglo XIX. La idea de que el vertedero municipal, en definición de un funcionario local, era «un barranco a medio llenar de mierda» ya es historia superada, pero nos enfrentamos a un grave problema ecológico, medioambiental y de salud pública.
Los dos grandes vertederos de Gran Canaria, por exigencias de la Unión Europea más que por la diligencia de nuestros gestores públicos, están en proceso de convertirse en modernos complejos de tratamiento. El camino es largo. Y por lo que se aprecia también maloliente. Todos los partidos políticos que gestionaron el Cabildo demoraron soluciones e hicieron la vista gorda a un problema que Gran Canaria afronta con retraso.
No se trata de buscar culpables, sino de encontrar de una vez para siempre las soluciones al tratamiento de las basuras, sin perder de vista que todos somos productores de residuos, aunque no todos cumplimos con el compromiso de reducir, reciclar y reutilizar como aconseja la normativa europea.
Ni los vecinos ni los visitantes que optan por Canarias para unas vacaciones se merecen malos olores ni las desagradables panorámicas de los plásticos que invaden barrancos y parajes del Sur. Una imagen de dejadez, descuido y descontrol que se observa alrededor de Juan Grande. El vertedero abierto en 1989 por el Cabildo está siendo gestionado por Urbaser, ahora con un contrato de un mes prorrogable. Se encuentra prácticamente completo, a punto de ser colmatado, y aún así sigue recibiendo todo tipo de residuos incluso los de las depuradoras de Emalsa. Así es que la presencia de lodos sobre la superficie del vertedero dificulta su gestión y ha disparado las alarmas medioambientales. En la zona proliferan los insectos y un ambiente insalubre en una de las áreas próximas al corazón turístico insular.
El complejo medioambiental de Juan Grande, según el proyecto que resultó ganador en el concurso para su gestión, requiere una inversión de 40 millones de euros para construir un nuevo vaso de vertidos impermeabilizado y nuevas instalaciones. Pendiente de una resolución judicial que anuló la adjudicación del complejo ambiental a la UTE Cespa-Ayagaures, Juan Grande dejará de recibir más barros durante un mes después de una decisión de urgencia del Cabildo.
Los camiones con los lodos de las depuradoras de los ocho municipios que vierten en el Sur atravesarán toda la Isla para terminar en Las Palmas de Gran Canaria. Aquí sí está en funcionamiento el complejo ambiental de Salto del Negro, gestionado desde hace dos años por Cespa-Ayagaures, cuya adjudicación también está recurrida. Sin embargo, el Gobierno canario debe rendir cuentas a la Comisión Europea que dedicó decenas de millones de euros a unas instalaciones ya terminadas que todavía no han entrado en funcionamiento. No han faltado denuncias vecinales y ecologistas lo que ha provocado la intervención de la Guardia Civil y la Fiscalía por las irregularidades en un antiguo vaso de vertido hoy ya clausurado y por la construcciones de instalaciones de tratamiento inoperativas aún. Con todo, la mayor urbe de Canarias sigue manteniendo un espacio de su propiedad para aliviar su basura.
Las Palmas de Gran Canaria, con 8.400 contenedores distribuidos por sus calles y barrios, genera cada año 144.000 toneladas de residuos. En Salto del Negro se encuentra una planta de biometanización que trata lodos y otra, aún pendiente de poner en funcionamiento, para los residuos orgánicos. También dispone de una planta que recicla envases de vidrio; y una instalación denominada «todo en uno», que dentro de un mes, cuando se ponga en marcha, tratará las clásicas bolsas de basura. La planta de tratamiento de lodos tiene capacidad para gestionar 70.000 toneladas al año cuando la Isla produce unas 50.000, suficiente según el Cabildo de Gran Canaria. El recinto necesita, sin embargo, una adaptación y mejora porque a mayor volumen de depuración mayor incremento de lodos.
La realidad es que los vertederos necesitan un impulso empresarial y político, un cambio en la gestión, que sitúe a Gran Canaria en la vanguardia del tratamiento de residuos, lo que nos obliga a mirar con sana envidia a nuestros vecinos de Tenerife, que han resuelto de forma satisfactoria el tratamiento de sus residuos.
La palabra «colapso» ya se pronuncia por parte de algún que otro alcalde como un riesgo inminente en los vertedero y los técnicos expertos en medio ambiente avisan de los riesgos y problemas ecológicos. Por razones higiénicas y sanitarias, por el coste social y económico y por los daños medioambientales no se puede seguir así. Hay cuestiones, y esta es una de ellas, que el tiempo ni arregla ni despeja. La solución a la gestión de las basuras en la Isla no admite más demoras.
Fuente: www.laprovincia.es